miércoles, 28 de octubre de 2009

Despues de una semana en Madrid y llenar varios folios de tinta, subo un trozito que le dedico a las madres del planeta.

Nunca son muchos los motivos
Ni suficientes las razones que la frenen
No cae nada desde el cielo
Siempre niega, pese al agua, cuando llueve
No esta echa de la fragua
Pero tampoco se resiente
Nunca fue la derrumbada, viste con pieles valientes
Letra fiel e independiente
Le hacen oda cualquier lunes
Y aunque el lápiz se resiente, sabe que nada es inmune
Si le coge la ventisca
Pues con botas se entretiene
Nunca sale caro el tiempo, su reloj a veces miente
En el mar de su cultura
No admiten devoluciones
Si algo juras, no lo sientes
Y si dudas, inconsciente
Resultó ser la perfecta despistada
Instalada en las afueras de lo inerte
Ni la muerte, ni la vida, logran hacer pie en sus pestañas
Y es por eso que la inercia, puede siquiera moverle.

ODA AL DESENCANTO, por fin acabada.

Hoy hay jauría de planetas ambulantes

Que tienen hambre, porque se visten sin sombra

Pongo la alfombra pa’ que pisen en lo blando

Mucho barranco para dos meses en obras

Mi corazón, que ya me pide otra calada

Se hacen de plata las palabras que mi voz desata

Imprescindible como el pan, como la calma

Por alegría, va cantando mi esperanza

Y se despojan las estrellas de sus nudos

Tiempo y cadenas nunca deben ser verdugos

Nunca detuvo, el ladrón al policía

Llueven los días de sequía en medio mundo

Y un vagabundo, que humedece una litrona

Cada segundo, no lo sabe, se desploma

Camas desechas que el olvido ha desflorado

A la tristeza nadie la ha manipulado


Y no vuelvo a ver al Sol, una manta negra, me priva de su calor

Y descienden las montañas, las lagunas secas, llora el viento si no hay voz… si no hay voz


Colonizando en las anteras de la tierra

Un humo negro que oscurece su melena

La sierra, historia, con metralla por bandera

Y un crucifijo, que amedrenta en plena guerra

Los rascacielos que invisibles se devoran

Van con demora las canciones reclamadas

Cada jugada va tapando socavones

Hay corazones que almacenan sangre helada

Y entra el delirio cuando suenan las campanas

Las alegrías tristes no siempre se acaban

Ya no me acuerdo de olvidarme de las alas

Más de una tarde, se han mojado mis pestañas

Las ambulancias sobrevuelan los tejados

Ahora los gatos no se ríen con sustancias

En este parque, tan lluvioso y miserable

Pasan las horas, mientras trillan titulares